Los alimentos que ingerimos influyen directamente en nuestra salud física, mental y emocional. Las emociones producen cambios en nuestro cerebro y esto provoca que nos inclinemos por uno u otro tipo de alimentos.
Por ejemplo cuando ingerimos alimentos con una emoción como la ansiedad o la tristeza, tendemos a elegir alimentos grasosos y ricos en azucares que afectan el desempeño de nuestros órganos. Por otra parte, al buscar calmar las emociones y sentir placer al momento de la ingesta se tiende a escoger alimentos que contienen triptófano, el cuál es un aminoácido que origina la liberación de la serotonina en el cerebro, sustancia que al liberase nos conduce a estados de ánimo positivo y además origina que la conciliación del sueño se realice de manera rápida y efectiva.
Así que se podría decir que la buena alimentación es muy importante tanto para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, como para nuestro estado anímico. Pues el cerebro es el principal órgano afectado en sus funciones por los abusos o malos hábitos alimenticios, desencadenando disminución en las actividades cognitivas y emocionales.
Por su parte, las neuronas para su mejor desempeño requieren de la Glucosa, la glucosa por ser una fuente de energía debe ser ingerida en la primera comida del día, podemos optar por un desayuno que contenga carbohidratos como la avena, pan integral además de acompañarlos con la proteína necesaria para iniciar nuestra jornada: huevos, quesos y una porción de frutas preferiblemente de temporada.
Así mismo, debemos enfocarnos en la alimentación natural, libre de químicos, baja en grasas y rica en hortalizas, vegetales y frutas, teniendo en cuenta que, cuando utilizamos nuestra alimentación para calmar estados de ánimo, estamos más propensos a cometer abusos alimenticios y como consecuencia se puede originar una relación de dependencia alimenticia que conlleva a la obesidad y sus consecuencias.
El abuso alimenticio provoca que las personas luego de la gran cantidad de ingesta se sientan culpables, cansados y con la autoestima baja, es por ello que debemos buscar el punto de equilibrio entre los estados de salud físico, mental y emocional.
Para lograr un equilibrio entre la salud física, mental y emocionas tenemos que ingerir sólo lo necesario para la reposición de las energías, eligiendo las cantidades adecuadas o la porción correcta, disminuyendo el consumo de azúcar refinada y grasas saturadas.
Una alimentación basada en hortaliza, verduras y frutas, acompañada de proteína de excelente calidad nos proporcionará la energía necesaria para nuestras actividades habituales y nuestro organismo funcionara de manera eficaz. Por su parte, si elegimos una dieta basada en el consumo de carne, nuestro estado de ánimo se volverá agresivo, impulsivo, testarudos e irritables, estaremos más pendientes de las situaciones cotidianas e inmediatas, esto se debe a que la calidad de la sangre que corre por nuestro torrente sanguíneo estará cargada de toxinas.
Si por el contrario elegimos una alimentación basada en vegetales, frutas y hortalizas nuestras emociones estarán enfocadas en la calma, espiritualidad y nos convertimos en individuos pasivos. Lograr el equilibrio en la alimentación, incorporando hábitos para lograr una nutrición para un cuerpo saludable debe ser el objetivo, pues al sentirnos bien nuestro organismo se sentirá conectando a las emociones positivas.
Por ultimo debes saber que cada órgano de nuestro cuerpo refleje en su funcionamiento las emociones que experimentamos, por ejemplo:
- El Hígado o la Vesícula Biliar: el consumo de alcohol, cafeína y grasas, producirá daños en el hígado cómo por ejemplo: Hígado graso entre otras patologías y esto hará que afloraren emociones negativas como: la impulsividad, agresividad y la rabia.
- Los Riñones: estos órganos se ven afectados por dietas ricas en sodio, el poco consumo de agua. Pero debemos señalar que la principal emoción que lo afecta es el miedo.
Estos dos ejemplos sencillos son para ser tomado como referencia y hacer cambios en nuestra alimentación. Las emociones tienen principalmente dos orígenes, lo que ingerimos y lo que pensamos, al lograr un equilibrio entre estos dos componentes, estaremos con una actitud positiva para afrontar las situaciones que se presenta en la vida.